Efesios

Efesios, Filipenses y Colosenses son las tres epistolas escritas a las iglesias, durante el primer encarcelamiento de Pablo en Roma (Efe. 3:1; Fil. 1:13; Col. 4:3). Aunque Pablo tuvo oportunidad de preparar estas cartas durante sus dos anos de prisión en Cesarca (Ilech, 24:27), la referencia que se hace en Filipenses al progreso del evangelio en la casa de César, scala directamente el lugar de origen, Roma. Además, la mayor libertad de que gozaba Pablo y las noticias más completas que le llegarían de las distintas iglesias allá en la capital del imperio romano le llevarían más probablemente a escribir entonces estas cartas (Ilcch. 28:30). Hilesios es la única de las epistolas de Pablo que no contiene nada referente al estado o condición especial de esa iglesia, sino que abarca mucho de interés general para todos los cristianos, razón por la cual algunos han la circular dirigida a varias congregaciones. Observemos, sin embargo, quc la cpistola no solamente se dirige expresamente a los santos de Efeso (1:1), sino que fue enviada por mano de Tíquico (6:21,22), de quien se nos dice en otra parte que fue enviado directamente de Roma a Efeso (II. Tim. 4:12). 

Hay un notable contraste entre Gálatas y Efesios. El primero es un campo de batalla. Resuena con los golpes de uno que sabe que lucha por la verdad de Dios. También hay señales de controversia en las dos cpistolas a los corintios; Pablo allí está batallando por la vindicación de su autoridad apostolica. Pero al llegar a Efesios entramos a la quictud y al reposo del santuario. Aqui prevalece la atmósfera de la meditación y del culto. La notable ternura y el ardor que caracterizan esta epístola, lo mismo que a las dos siguientes, pueden atribuirse al consuelo extraordinario de que gozaba el apóstol cuando escribía a quienes no le daban ocasión de reprensión. De esta manera toda la confianza de su afecto reemplaza a la cautela y a la reserva necesarias en las tres epistolas anteriores. 

Efeso, como Corinto, era un centro político, comercial y religioso. Era el puerto de Asia Menor por el cual debía pasar el comercio del Oriente. Ostentaba un teatro en que cabrían 50.000 personas. Su gran templo de Diana era una de las siete maravillas del mundo antiguo. Tenía la famosa pista donde Pablo luchó con las bestias (1 Cor. 15:32). Pablo visitó por primera vez esta ciudad después de su larga cstadía en Corinto. Comprendió inmediatamente que era campo de mucha promesa, pero como tenía premura por llegar a Jerusalén a causa de un compromiso, dejó allí a dos compañeros corintios, Aquila y Priscila, y prometió volver (Hech. 18:19-21). Cumplió esta promesa en su tercer viaje misionero, y su ministerio fue tan bendecido que permaneció allí tres años, retirándose solamente con ocasión del motin originado por Demetrio. Este motín era un testimonio admirable del crecimiento y de la influencia de la iglesia local. (Hech. 19). La Epístola a los Efesios contiene la verdad más profunda revelada en el Nuevo Testamento. Así como es objeto de la epístola a los Romanos explicar el Evangelio, el de Efesios es declarar “la dispensación del misterio escondido desde los siglos es en Dios y que ahora os revelado”. Este misterio, al cual se hace referencia en otros lugares del Nuevo Testamento, es la iglesia. Cristo la presentó por primera vez cuando los discipulos reconocieron Su deidad. “Sobre esta piedra edificaré mi iglesia” (Mat. 16:16,19). En esta cpistola el apóstol nos da una exposición de la afirmación de Cristo. La figura de un edificio (2:20-22) y el término “edificar” (4:12) se emplean con frecuencia para explicar el dicho de Cristo “cdificaré mi iglesia”; la descripción de la armadura del cristiano, lo mismo que de sus armas de combate (6:11-18), está en armonía con la predicción de que “las puertas del infierno no prevalecerán contra ella”, la pauta de ética y de moral que se establece para la iglesia es el depósito que Dios le ha dado, o sea “las llaves del reino”. 

Los profetas del Antiguo Testamento hablaron de un reino que había de establecerse sobre la tierra con Jerusalén por c entro y el Mesías como su Rey. En los evangelios vemos que Cristo se ofreció como Rey de los Judíos, y que fue rechazado. En los hechos podemos decir que fue ofrecido nuevamente a los judíos, y nuevamente rechazado (Hech. 13:41-48). Con la excepción de Romanos 11, no se nos habla más del reino hasta que llegamos al Apocalipsis, donde hallamos a Israel convertido y a Cristo sentado sobre el trono en Jerusalén. Hay pues entre la partida de Cristo y Su segunda venida un largo período de tiempo que demanda explicación. Este es el período de la iglesia, al que abarcan las enseñanzas de las epístolas. Ciertas palabras del primer versículo sugieren la enseñanza central de toda esta carta: “los santos en Cristo Jesús” que describen a los integrantes de la iglesia de Dios. Mientras que la palabra “santos” sugiere diferencias y diversidades, “en Cristo Jesús” indica unidad (4:11-13). Los primeros tres capítulos son doctrinales y tratan del origen divino de la iglesia; los últimos tres capítulos son prácticos y tienen que ver con la organización y la conducta de la iglesia. En el primer capítulo Pablo nos revela la eternidad de la iglesia en Cristo Jesús, quien fue dado para ser “cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que hinche todas las cosas en todos”. En el capítulo siguiente se nos revela la construcción de la iglesia, edificada “sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo; en el cual, compaginado todo el edificio, va creciendo para ser un templo santo en el Señor”, El tercer capítulo trata del propósito. La iglesia se establecido para que los gentiles pudieran ver “la dispensación del misterio escondido desde los siglos en Dios, que crió todas las cosas. Para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora notificada por la iglesia a los principados y potestades en los cielos”. 

El tema predominante del cuarto capítulo es la unidad de la iglesia, y el funcionamiento de sus partes constituyentes para que “todo el cuerpo compuesto y bien ligado entre sí por todas las junturas de su alimento, que recibe según la operación cada miembro conforme a su medida toma aumento de cuerpo edificándose en amor”. 

Pablo presta mucha atención a la conducta de la iglesia (4:17 – 6:9) para que sus miembros -esposas, esposos, hijos, siervos, amos- “no andéis más como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su sentido… teniendo el entendimiento entenebrecido”, sino que anden “dignos de la vocación con que sois llamados”, “en amor, como también Cristo nos amó”. El último capítulo proclama la guerra de la iglesia, e insta a sus miembros, “vestíos de toda la armadura de Dios para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo”.